Un minimalismo irónico - propuesta para el Parque de las Américas de Vitacura

Concurso de anteproyectos convocado por la
I. Municipalidad de Vitacura en
1999
(hoy Parque Bicentenario)


MEMORIA

DISEÑO:

1
El Conjunto Cívico, con su pureza geométrica, irrumpe en el espacio geográfico. Su orientación hacia el cerro Manquehue constituye un acto dinámico que inevitablemente entra en una relación dialéctica con el entorno. Una suerte de desestabilización de un equilibrio anteriormente inadvertido, que se nos revela en la forma de una pérdida, obliga ahora a establecer relaciones, correspondencias, ejes. Esa pérdida de la coherencia, que se hace manifiesta, es el acto propiamente paisajista. Es despertar el paisaje. Traer lo geográfico a la presencia, encontrarle relevancias (y también irrelevancias), orden (y también desorden), descomponer la homogeneidad geográfica.

2
El edificio ha provocado el paisaje, pero la geografía le reclama que la perturbación es todavía demasiado débil para resolver el problema de la pérdida del orden. Pues sólo el Manquehue y el edificio de la Cepal han encontrado algún asentamiento. Ante el surgimiento de lo paisajístico, no se puede evitar ser pequeño.
Para no enfrentar las consecuencias de un minimalismo que resulta inevitable, la atención termina por centrarse en los objetos que han hecho aparición: el propio edificio consistorial, el cerro Manquehue, la Cepal. Se vuelven clásicos, totémicos, monumenta-les. Todo lo demás queda en espera (el río, las calles, los demás edificios visibles, las rocas desnudadas del San Cristóbal) y es posible que nunca constituyan parte de la obra. Pero el paisaje ya ha sido despertado, y su dialéctica se oye.
El minimalismo que sólo ve al objeto se vuelve clasicismo.

3
Nuestra proposición de parque es también eminentemente paisajista porque reconoce su condición minimalista. Se juega en los mismos términos de la arquitectura, y aunque considerablemente mayor en extensión, como ella está también limitada por el tamaño.
Pero en ese «reconocerse pequeño», da un giro que lo salva del encierro clasicista. Un minimalismo irónico. Es irónico en el sentido de que procede honestamente con la seriedad de lo monumental y desea para sí todo el reconocimiento de la efectividad de sus planteamientos, pero en cambio pone toda su atención en las consecuencias perturbadoras de su discurso formal: en su capacidad para despertar paisaje. De esa manera, el diseño renuncia al clasicismo, a la meritoria pureza de la obra como meta, y confía en cambio toda su efectividad a la posibilidad de promover (o de despertar) relaciones entre todas las partes, entre todos los elementos excluidos que se resisten a retirarse, a quedarse en silencio.

4
Un minimalismo irónico invita al juego. El juego al que se invita en nuestro parque es el de una pradera perfilada con el relieve de una onda, completamente regular. La simpleza de esta “trama” es la regla memorizable del juego. Todo lo demás, especialmente lo excepcional y fragmentado, incluido el entorno allende los límites del parque, son las excepciones que, cada vez, confirman la regla.
La severidad de una geometría repetitiva, muy por el contrario a una imposición tediosa, se abre en este caso a la libertad. Toda la esencialidad de su forma está para «contaminarse» de lo superfluo, de lo anecdótico, de lo dispensable. Esta es una regla «blanda» que actúa por su debilidad.

5
El juego de los descalces. La rigurosidad de la trama no se propone como un camino hacia el orden que haga entrar a cada cosa en un casillero, donde el desorden queda controlado o reducido a un tamaño inofensivo. Aquí se busca exaltar la relación dialéctica de los opuestos, que no consiste sólo en contraponer el orden al desorden, sino más bien en el esfuerzo de ordenar. Ordenar es habitar. El esfuerzo de habitar. Pero lo que se ordena es el propio ser. Es el usuario el llamado a ordenar, a ordenarse a sí mismo. Elegir un lugar donde quedarse, sentarse en un banco junto al sendero central, o arriba de una de las innumerables lomas, o tenderse en una de las ondas de césped, y hacer algo completamente distinto al otro día, ... o tratar de hacer exactamente lo mismo al otro día. El juego de los descalces es el juego de habitar y calza con todos. Y calza también con todas las cosas: la luz de cada hora no es la misma a lo largo del día, los árboles, tan regularmente espaciados, son todos distintos, el río no siempre está seco, no siempre irá por donde queramos que vaya.

6
La trama básica tiene carácter espacial. Es un relieve, una sinusoide que en el recorrido, escala el parque creando ámbitos proporcionados, produciendo una apreciación variada y diferente de la geografía acentuando la proximidad del San Cristóbal o la lejanía del Manquehue, vistas parcializadas o de la totalidad. Como un bajo continuo sobre el que se destacan y se contraponen las siluetas, las formas y los trazados, el relieve de la tierra y la luz del sol reflejada en ella, las texturas y la escala del material vegetal desplegando completamente su perfil sobre las lomas, el agua integrada a su fuente original, contraponiendo lo vivo a lo inerte... El parque será una experiencia barroca.

Un paisaje onírico, introspectivo que invita a un recorrido conmemorativo personal.

7
El acto minimalista clasicista: el relieve impuesto a la tierra con simetría longitudinal y asimetría lateral: con artificialidad, con arquitectura. Se explotan visualmente, las formas, los centros, los gestos lineales y el planteado por el edificio consistorial como orientación preferencial.
La interpretación irónica de ese mismo minimalismo: no obstante la simpleza formal y la esencialidad de sus elementos, el conjunto discursivo es complejo y no está cerrado a la ambigüedad, a la contradicción. Tampoco así el entorno excluido con la pequeñez de la obra. Entonces será la misma artificialidad de la obra la que interpele, la que clame paisajísticamente, dialécticamente. Entonces encontrar un lugar en el parque será equivalente a detener la dialéctica, a dejarla en suspenso. Será equivalente a hacer significado: a habitar.

PROGRAMA:

El programa de usos permitirá actividades concesionables destinadas a financiar la mantención futura:
• Práctica de golf, con un club que coordine el uso del campo, arriendo de equipos, etc.
• Instalación de restoranes y tiendas, bajo la plaza cívica y conectadas con el parque.
• Instalación de quioscos, restoranes de comidas rápidas, cafeterías, etc. bajo los balcones de la rambla de Avenida Las Américas.
• El vivero en un área independiente, además de atender al parque puede ser fuente de ingresos.

LOS ELEMENTOS DE DISEÑO:

Los elementos básicos que componen un proyecto paisajista: el relieve (la forma de la tierra), la vegetación que la cubre y la presencia del agua están regulados por la trama.
El relieve se valoriza al recortarse contra los bordes, muros de contención, taludes, explanadas, plazas y caminos que se recortan en él.
La vegetación: los árboles que con su carácter estructural siguen la trama básica. Los arbustos de carácter menor, cubresuelos y flores que aparecen en macizos con un carácter libre y pictórico. El césped y cobertura herbácea que cubren el relieve de la trama general.
El tratamiento del agua está directamente relacionado con la voluntad de incorporar el río al diseño del parque. Pero ante la imposibilidad de intervenir en el cauce, la presencia del agua en el parque puede tener un orden diferente compitiendo con el carácter «geográfico» del río con lagunas artificiales, que destaquen «paisajísticamente» la forma de ser del Mapocho. No serán simplemente un elemento paralelo o adyacente sino que deben adquirir un valor paisajista e influir en los tratamientos del parque. Los estanques de acumulación de agua de riego se tratan como espejos de agua y avanzan hasta el lecho del río trayendo hacia el interior los materiales de arrastre. Los áridos propios del Mapocho (rocas, bolones, etc.) se incorporan en el diseño del parque a los taludes laterales, y también se unen a la trama minimalista en la forma de franjas paralelas de gaviones, insertados en los valles de las ondulaciones, devolviendo las aguas de drenaje al río.
Las plantaciones no quieren asemejarse a un bosque, sino que se organizan con total regularidad en la cima de las ondas. El uso de plátanos orientales (y también las ondulaciones de la trama) dispensa estas hileras de la remembranza hortícola. Sólo obedecen a la opción minimalista. Sin embargo, donde sea necesario (funcionalmente), se retiran algunos árboles para abrir vistas, praderas, o adaptarse a los requerimientos programáticos. Pero quedan, como muñones amputados, las tazas selladas y convertidas en asientos, o directamente en pavimento cuando crucen el camino central. Se complementan con hileras de liquidambar en las terrazas de la rambla.

En esta forma desde el primer día el parque se constituye en su estructura y carácter definitivo y no necesita esperar la madurez del crecimiento de las especies vegetales para que su espacialidad tenga sentido.


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